Apago el motor

Apago el motor del auto. Mi hijo se quedó dormido en el asiento de atrás. Lo fui a buscar al colegio y ahora lo traje a la casa de su madre. Miro los otros autos en el garaje. Escucho los metales de este auto reacomodándose con chasquidos a medida que se enfría; la materia volviendo a su estado normal. Escucho la respiración de mi hijo. Lo dejo dormir un rato. Bajo un poco la ventana para que entre aire. Ya no duermo en esta casa con él. Así que me quedo un rato con mi hijo en el auto sin despertarlo, solo para estar con él mientras duerme. En un par de horas me voy de viaje y no lo voy a ver por dos semanas. No entra ni sale nadie del garaje. Si alguien entrara y me viera acá sentado al volante, como un remisero de guardia, podría decirle que estoy cuidando el sueño de mi hijo. Podría hacer un poema con eso, pero ya no escribo poesía. Solo tecleo estos párrafos sueltos y los dejo flotando en el espacio.